Ganar o...¡¡¡ganar!!!
Por Mario Fernández
    En el deporte profesional, y más a estas alturas de la 
temporada, no descubro nada si digo que de poco sirve otro resultado que
 no sea el de la victoria. Por una razón u otra, todo se
    traduce a una necesidad extrema por conseguir ganar. Ascensos de 
categoría, finales de competiciones, accesos a Europa, etc. todo se 
reduce a la tan repetida idea del “aquí y ahora”. Y es que la
    memoria en el deporte es un concepto inestable debido a la 
obligatoriedad por mantener un prestigio que sí conlleva el peso de la 
historia. 
    Un claro ejemplo de lo que anteriormente comento es el Playoff
 actual. Situación de código rojo, alerta máxima en ambos equipos. A 
nadie le vale perder porque no hay más
    oportunidad que esta. El Madrid porque no puede 
desaprovechar una situación tan favorable como la de jugarse la 
consecución del título en su propia cancha, ante su afición y con
    la firme sensación de no tener que apelar a la épica para ganar sino
 basándose en un sólido juego colectivo que nos tiene encandilados a más
 de uno. Y el Barcelona porque debe
    autoexigirse el rencontrarse con el equipo que seguramente ha sido, y
 es, referencia a nivel europeo de los últimos 3-4 años en muchos 
sentidos del juego. Para bien o para mal, al Madrid no le
    suma puntos haber ganado la Copa del Rey ni al Barcelona la 
Supercopa. Del pasado no se vive… ni consuela en muchos casos. La 
historia se rescribe cada día en el
    parquet. 
    Pero, ¿y cómo se sienten hoy los jugadores sabiendo que van 
2-1? Yo viví una situación similar en el 2006 cuando con el CAI
 jugamos el cuarto partido de ascenso contra
    Murcia, en Murcia y con el resultado adverso de 
2-1. En aquel viaje compartí habitación con Alberto Angulo.
 Para quien no se acuerde, Alberto fue
    MVP del título que el Madrid ganó en el Palau
 en el quinto partido de la final ACB con Scariolo
 en el banquillo y
    Herreros, Djordjevic & compañía como 
compañeros. Es decir, sabía lo que era experimentar una situación de 
máxima tensión en un ambiente hostil. Pues bien, nos pasamos el día
    entero hablando, conversando, debatiendo. En definitiva, intentando 
abstraernos de una realidad donde la tensión se podía hasta palpar. 
Recuerdo perfectamente la noche previa de aquel partido,
    eran las 5 de la madrugada y Alberto seguía 
leyendo, yo estudiando… O simulando que lo hacíamos. La importancia del 
presente no tenía en cuenta los méritos del pasado.
    Imagino que nadie tiene la fórmula mágica de cómo hacerlo, 
pero todos sabemos el resultado que nos permite aprobar con nota: Ganar…
 o ¡¡¡ganar!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario