Me 
voy de La Tavernetta y, caminando por el parque París, 
recién terminada la entrevista con Ettore Messina, no puedo evitar pensar en Nanni
 Moretti en Aprile. Ese tipo progresista que observa a Massimo D’Alema (dirigente político italiano) 
en un debate televisivo y, descorazonado, le grita: “Di
 una cosa de izquierdas, D’Alema, di una cosa de izquierdas… Di una 
cosa, D’Alema, al menos di una cosa”. Messina se parece a Nanni 
Moretti. Un italiano que será siempre minoría: vive en una oposición a Berlusconi casi más vital que política; 
analiza el mundo que lo rodea con una incomprensión melancólica, con un 
pesimismo argumentado; habla bajo y va sembrando la entrevista de 
silencios expresivos, para degustar un recuerdo, una ironía o el aroma 
de la pasta; tiene un notable pronto y se coge enfados mefistofélicos; 
un vestir de burgués capitalino; todos saben que rebosa talento, pero 
mientras unos critican su ego, para tantos otros es un referente ético. 
El Nanni Moretti del baloncesto.
El 
mundo se para cuando le ponen delante un plato de busiati con berenjenas
 y pez espada y un vermentino blanco. Siciliano de nacimiento, como este
 plato de pasta; sardo por vocación como este vino. ¿Y el baloncesto? 
Ah, sí, el baloncesto. Acaba de volver de Los Ángeles, donde nunca ha 
ido a restaurantes italianos, y parece un adolescente reenamorado del 
baloncesto. Ha dejado atrás la amargura de su salida del Madrid. Dio un 
portazo siciliano que le cuesta abrir, aunque nos deje entrar por una 
pequeña ranura.
Recuerdo
 una frase tuya hace dos años: “España tiene el sentido ético que falta 
en Italia”.
[Interrumpe en cuanto oye su 
frase, como si ya no le perteneciera] Y ahora he descubierto que no 
era verdad. Cuando llegué aquí, me encontré un país donde la gente era 
correcta, Berlusconi no existía, no había tantos líos, 
los transportes funcionaban, si dejabas el coche mal colocado llegaba 
una grúa y se lo llevaba, había seguridad por la calle, los debates en 
el Parlamento eran vivos pero respetuosos… Me parecisteis un país que 
funcionaba. Y luego descubres que ese ayuntamiento roba, que ese otro 
también, que había tramas de corrupción por todos los lados, que los 
bancos especulan y hacen lo que no tenían que hacer, hasta vuestro Rey 
intenta parecerse a Berlusconi —con todo mi respeto hacia la Corona— … Y
 dices: éstos son como nosotros. No somos los raros de la película sólo 
nosotros.
Acabas
 de volver de Estados Unidos, tras una primera temporada como entrenador
 asistente en los Lakers. ¿Qué sensación te ha dejado como país?
Lo que 
más me ha llamado la atención de Estados Unidos es que eres libre de ser
 y comportarte como quieras mientras que respetes un marco de reglas 
comunes. Luego ellos tienen otro tipo de problemas, por ejemplo el 
sistema sanitario. Es un país donde vivir puede llegar a ser cruel, pero
 hay un verdadero respeto: nadie te juzga por cómo te vistes, qué dices o
 qué piensas.
¿Cómo
 has vivido el pasar de ser un referente en Europa a volver a ser un 
asistente en los Lakers?
Me ha 
hecho volver atrás 23 años, cuando era entrenador asistente. He vuelto a
 empezar desde cero. Aunque tenía mi buena carrera europea, yo allí era 
sólo un asistente más. Tenía que instaurar una relación con los 
jugadores, con el resto de técnicos, que no me conocían. Cosas tan 
normales como el primer día que he tenido que explicar un ejercicio al 
equipo, o el primer día en que tuve una sesión de vídeo con un jugador, 
las he vivido, con la misma intensidad trepidante que experimentaba hace
 25 años.
¿Estabas
 nervioso?
No. 
Intento hacer las cosas lo mejor posible. Si funcionan, funcionan. Si 
no, quiere decir que no he estado a la altura. Me acuerdo de mi primera 
sesión de vídeo con todo el equipo. Yo para ellos no era nadie. Era un 
momento importante porque perdíamos grandes ventajas durante los 
partidos y había que explicarles cómo gestionarlas. Para mí fue 
importante. O cuando me dijeron que en el entrenamiento iba a seguir al 
equipo violeta (los cinco titulares). Hasta entonces yo seguía al 
segundo quinteto. Digamos que me ascendieron. Ahí pasé a relacionarme 
todos los días con Kobe, con Pau, con
 Bynum, con sus problemas… He vuelto a vivir todas estas 
pequeñas conquistas con una satisfacción casi adolescente. Como el día 
en que leí que Kobe había dicho que conmigo habían enriquecido su juego 
con una mirada del baloncesto más europea.
¿Vuelves
 entonces?
Me 
llamó Mitch Kuptchak, el director deportivo, y me dijo:
 “Sólo he oído cosas buenas de ti, te he visto trabajar y nos gustaría 
que tuvieras ganas de volver el año que viene a trabajar con nosotros”. 
Ha sido una satisfacción.
¿Y
 tienes esas ganas? ¿Qué has decidido?
No he 
decidido. Tengo buenas posibilidades en Europa y en Estados Unidos. 
Estoy valorando todas. La verdad, me fui de Los Ángeles temiendo que a 
lo mejor podía caer en el olvido. Y nunca he tenido tantas posibilidades
 de trabajo como este año. Nunca me había ocurrido.
¿Cómo
 juzgas la temporada de los Lakers? 
[Tras varios segundos de 
reflexión] 
Había expectativas más altas. Ha sido una temporada de transición. Había
 muchas cosas que se podrían haber hecho mejor para tener un mayor 
equilibrio de juego. Pero pasaron tres cosas importantes: la primera, 
cuando se cerró el trade que luego no pudo hacerse con Chris Paul.
 Esto dejó heridas. Gasol jugó todo el año hasta el All-Star sin saber 
si se iba o se quedaba. La segunda fue el traspaso que hizo venir a Ramon
 Sessions pero supuso la salida de Fisher. Un 
intercambio que necesitó tiempo para ser asimilado técnica, táctica y 
emotivamente por lo que suponía Fisher. Y la tercera cosa, que es la más
 importante: por el comienzo tardío, tuvimos sólo dos semanas de 
pretemporada.
Eso
 le ocurrió a todos los equipos.
Sí, 
pero no todos tenían un entrenador nuevo y con un sistema de juego 
diferente del anterior. Son las tres cosas que han condicionado nuestro 
año.
¿Te
 parece injusto que la NBA no dejara llegar a Chris Paul?
Mira, 
me he convertido en americano. No lo juzgo. Es la cosa que más me ha 
sorprendido de ser entrenador en América. Una vez que se supo que no 
podía venir: nadie dijo “qué cabrón David Stern”, “qué 
hijoputa…”. Nadie. Ocurrió y ocurrió. Punto. Durante el año no oí una 
sola vez al equipo técnico, ni en privado, criticar a un árbitro. 
¡Nunca! Eso es inimaginable en Europa. La noche anterior a empezar los 
entrenamientos nos informaron de que llegaba Chris Paul y se iban Gasol y
 Odom. Lo que suponía cambiar todo el modo de jugar.  Brown
 y los demás dijeron: vale, lo cambiamos todo. Al día siguiente, una 
hora antes del primer entrenamiento, nos cuentan que Stern lo ha 
bloqueado. Dice Kuptchak: “Pau, te queremos. Lo que ha pasado ha pasado.
 Esto es un deporte negocio. Y adelante. Contamos contigo”. Y todos a 
trabajar. Sin más. ¿Te imaginas aquí si pasa algo parecido con el Madrid
 y el Barcelona?
De
 hecho, aquí muchos criticaron la decisión de los Lakers de vender a Pau
 Gasol.
Pero es
 curioso, porque Pau Gasol lo explicaba bien en sus entrevistas en 
Estados Unidos. Pero aquí en España esas entrevistas salían 
“arregladas”. Fíjate en la última entrevista de Ron Artest
 [Metta World Peace]. Acaba la temporada y en su última rueda de prensa 
dice:”el entrenador ha sido fantástico, me ha ayudado mucho, no es él 
quien falla tiros importantes o que no coge rebotes, como me pasó a mí 
en el partido clave. No es a él a quien Durant le mete 
la canasta como a mí. Él no tiene responsabilidad…”. Y luego, para hacer
 una broma, dice: “Él no llegó fuera de forma a la pretemporada… o, 
bueno, mejor pensado, siempre está fuera de forma porque es un culo 
gordo”. ¿Qué salió aquí? “Ron Artest llama culo gordo a su entrenador”.
Ya,
 pero hablábamos de Pau Gasol. ¿Compartes que algunos tildaran de 
injusta la decisión de los Lakers de traspasar a Pau?
No. No 
lo entiendo. Una parte de la prensa, en España, habla sin saber. Estos 
licenciados dan lecciones sobre Pau pero no tienen ni idea de la NBA. Si
 quieres comprar una casa más grande o vendes tu casa o pides un 
préstamo. No te dan una casa en la NBA si la cambias por dos bicicletas,
 un libro viejo, tu ordenador y un llavero. Pau es el único jugador que 
tiene un valor de mercado para Los Angeles Lakers. Bynum
 no porque hasta este año no había hecho una temporada sin lesiones y a 
alto nivel. Y Kobe Bryant es como Felipe Reyes [sonrisa], jugará en los Lakers hasta el
 día en que se muera, como Felipe en el Madrid. Los demás no tienen 
valor de mercado. La única posibilidad de los Lakers para reconstruirse 
era y es traspasar a Pau. Ahora quizá también a Bynum tras este año. 
Gasol lo sabía y lo decía en cada entrevista, porque es un tipo muy 
inteligente. Pero eso no se quería escuchar.
Pasaron
 los meses y se demostró que se necesitaba un cambio. Muchos de los que 
criticaron aquel traspaso corrieron a publicar que Gasol tendría que 
irse de los Lakers.
Viendo 
lo que ha hecho Chris Paul en los Clippers, muchos dicen: “aaah, ahora 
lo entiendo”. Mitch Kupchak tenía razón.
Aquí
 en España se transmite que a Pau lo critican mucho en Estados Unidos.
No es 
verdad. Si lees Los Angeles Times, Bill Plaschke y
 los demás unas veces lo criticaban,  otras lo aplaudían. No existe toda
 esa conspiración. La diferencia es que la prensa española de 
baloncesto, como la italiana del fútbol, necesita explicar siempre si 
uno juega bien o juega mal por “peleas, broncas con el entrenador que le
 habló mal, porque se lleva mal con el compañero…” Nunca se acepta que a
 veces uno juega mal y punto. Allí no hace falta montar historias. Se 
cuenta quién juega bien o mal, puntos fuertes y débiles y ya está. No 
hay morbo.
Pero
 ¿gusta más Marc que Pau en los Estados Unidos? ¿Y por qué?
Sí. 
Porque exterioriza más sus reacciones, sus nervios. Es más expresivo.
Kobe
 Bryant ha dado la sensación de tirar demasiado este año. ¿Es sólo una 
mirada europea o allí también lo veíais así?
Es 
verdad. Hay una diferencia muy grande entre el juego en Europa y Estados
 Unidos. Aquí trabajamos para que un buen jugador pueda encontrar un 
tiro abierto, alejado de su defensor. Allí todos los ataques son para 
poner el balón en las manos de los muy buenos, aunque tengan a su 
defensor pegado. Porque se entiende que los mejores tienen más 
posibilidades de anotar, a pesar de la defensa. Así que primera opción: 
Kobe. Segunda: Pau. Pero al final del año, Bynum se convirtió en la 
segunda. Y luego Pau. ¿Hay partidos que pese a esto Kobe tiró demasiado?
 Sí, es verdad.
¿Eso
 se lo explica alguien a Kobe? Y, sobre todo, ¿sigue vivo después?
No se 
lo dice nadie. Porque Kobe te responde: juego así desde los 16 años y he
 ganado 5 anillos.  Te miraría a la cara y te diría: “¿Quieres que 
cambie ahora?” [Silencio] Y también hay momentos en que
 Kobe, como cualquier jugador de muy alto nivel, pierde confianza en los
 compañeros. Siente que no hay otro que pueda ayudarle. Y este año ha 
pasado.
¿Crees
 que acierta Rudy Fernández volviéndose al Madrid en vez de quedarse en 
Denver?
Rudy
 tiene un gran valor en la NBA. En el arranque del año jugaba muchos 
minutos. No es mejor irse o quedarse. Depende de lo que quiera: jugar 
más minutos, ganar títulos, ser feliz, estar en Europa o Estados Unidos…
 desde luego allí es muy apreciado. Tiene las dos puertas abiertas
Serge
 Ibaka acaba de llegar a la final de la NBA y con una importancia cada 
vez mayor. Mirotic todavía no es ni siquiera jugador franquicia en el 
Madrid. ¿A cuál debería llevar Scariolo?
Depende
 de lo que Scariolo necesite. ¿Necesita un 4 que le 
abra el campo sacrificando energía defensiva para dejar espacio en la 
zona para los Gasol? Coges a Mirotic. Si necesitas 
intimidación física y que los Gasol no jugarán juntos, que llame a Ibaka.
Por
 eso hay que elegir. Yo, personalmente, llevaría a Mirotic. ¿A quién 
llevarías si fueras seleccionador?
Ibaka 
me encanta, pero teniendo a los dos Gasol que necesitan mucho espacio en
 la zona, me llevaría a Mirotic.
¿Puede
 España batir a los Estados Unidos en Londres?
Lo veo 
difícil.
¿Greg
 Popovich, es el mejor entrenador de la NBA?
No creo
 en el concepto del mejor.
Mmm…
 no te creo. ¿Un entrenador que no cree en el concepto del mejor?
Hay un 
grupo de entrenadores que son los mejores de la NBA. Y según el equipo 
que tengan pueden hacerlo mejor o peor. Yo soy un gran admirador de Popovich.
 ¿Es mejor que Doc Rivers o que Phil Jackson?
 Para mí, sí. Pero sólo para mí.
¿Lebron
 James es el Cristiano Ronaldo del basket?
[Sonrisa maliciosa] Sólo voy a decir que 
Kevin Durant es un gran jugador.
¿El
 mejor de la NBA?
 Sí. Es 
mejor tirador de fuera que Lebron James y los partidos 
suelen decidirse por tiros lejanos.
¿Jordan
 fue el más grande?
Seguramente.
¿Cuál
 es el jugador más fascinante que has tenido?
Sasha
 Danilovic. Por su personalidad, dura, exigente consigo mismo 
de forma casi obsesiva, porque intentó darme un puñetazo una vez, porque
 en los momentos difíciles de mi vida se preocupó por mí con gran 
sinceridad y afecto. Te sorprende siempre. Tengo un cariño por Ginobili
 como si fuese mi hermano. He tenido grandes jugadores como Papaloukas.
 Pero Danilovic, por su personalidad, era el más complejo, el más 
desafiante… Tiene ángulos muy difíciles, eso lo hace más interesante.
¿Qué
 es el enigma Jeremy Lin? Un bluf, una burbuja o un jugadorazo.
Yo 
estaba en el banquillo cuando nos metió 38 puntos. Jugó 15 o 20 partidos
 espectaculares. Sus porcentajes no eran buenos, pero en la NBA importa 
poco. Si la metes en los últimos tres minutos, basta. Kobe ha tenido 
porcentajes malos este año pero a todos les da igual. Si mete las 
canastas importantes, hace su trabajo.
[Ettore
 Messina avisó de que no quería hablar del Madrid. Aprovechando los 
busiati con berenjenas y pez espada, humeantes todavía en la mesa, y la 
copa de Vermentino de Cerdeña, recién servido, lo intentamos pese a 
todo]
Con
 la perspectiva del tiempo, ha cambiado tu visión de España en este año y
 medio.  ¿Tu visión de tu salida del Madrid también?
No. Fue
 un periodo de sufrimiento y dejó, como todo paso difícil, heridas. 
Todavía desde la distancia veo cómo, sin que yo hable, salen comentarios
 durante el año; “que si Messina esto”, “que si Messina lo otro” y, 
sinceramente, lo que quiero es que el Madrid me olvide y olvidar yo 
también al Madrid. Es lo mejor para ambos. Pero no me he arrepentido 
nunca de haber tomado esa decisión. Todos somos buenos evaluando a toro 
pasado. Cuando la tomas, es porque estás convencido de ello.
¿Te
 decepcionaron los jugadores?
No. Yo 
tenía un equipo muy interesante el segundo año. De hecho, la mejor parte
 de ese equipo es la que está jugando ahora. Pablo Laso
 está haciendo un gran trabajo de equipo y un muy buen baloncesto.
Cómo
 explicas que, con el mismo equipo con el que el año pasado no se gana 
nada, Pablo Laso hace un juego alucinante, gana la Copa del Rey, está en
 la final ACB…
Nosotros
 nos medimos al mejor Barça de los últimos años. En basket ocurrió lo 
mismo que en fútbol. El crecimiento de los dos Madrid se ha 
correspondido con un bajón de los dos Barcelona. La vida son ciclos. Navarro
 está algo peor físicamente. Mickeal está algo más 
mayor. Es normal. Yo tuve dos años, con errores y cosas buenas. Al 
final, el Madrid consiguió el mejor resultado europeo de los últimos 15 
años. Y este mismo grupo de jugadores, con Jaycee Carroll,
 que ayuda mucho, con Mirotic más veterano, está dando un gran resultado
 con Laso. Quizá si yo me hubiera quedado aquí un año más… nunca se 
sabe.
[Ettore
 Messina responde por su extremada cortesía pero no está cómodo. Me pide
 que no hablemos de jugadores ni del club por dentro. No quiere “influir
 de ninguna manera” en un momento en el que sus ex pupilos se juegan la 
final ante el Barcelona. Habla con cariño de Sergi
 Llull, “un jugador emotivo y con carácter que crecerá cada 
día”; de Carlos Suárez, “un jugador muy 
completo con un futuro inmenso”. La entrevista tiene lugar al 
día siguiente de la derrota del primer partido con el triple 
estratosférico de Huertas y, pese a ello, Messina 
pronostica un 1-3 en la serie. Confía en los madridistas]
El
 otro día hablaste de tu paso pésimo por el Madrid. Tuviste muchos 
problemas con la prensa. ¿Por qué semejante presión?
No fue 
un problema con la prensa, sino con una parte de ella. Creo que hay 
algunos periodistas que piensan que sólo creando polémica se consigue 
atraer la atención de los lectores y, probablemente, vender más 
periódicos. Nosotros atravesamos un periodo parecido en Italia, en 
basket y en fútbol. Si Brera escribía bien de ti, otro 
periodista te machacaba. Si Enrico Campana, jefe del 
baloncesto en la Gazzetta dello Sport, escribía bien de ti, Claudio
 Pea y Oscar Eleni te hundían porque se 
odiaban. Aquí también se personaliza demasiado en la relación. No hay 
capacidad de ser asépticos: se juzga por ser amigos o no serlo. No me 
espero ventajas por ser amigo, pero no me esperaba tampoco desventajas 
por no serlo. Pero reconozco que yo no supe manejar esa situación como 
me habría gustado.
Y
 las críticas en la prensa al entrenador, ¿influyen de verdad en un 
equipo?
Tienen 
una influencia enorme. Ponte en la cabeza de un jugador. Tu entrenador 
es criticado en uno de los altavoces más importantes, haga lo que haga. 
Pierdes valor como entrenador a ojos del resto. Y la actitud de la 
prensa hace daño a algunos jugadores, como al Chacho Rodríguez,
 que ahora por cierto está jugando de maravilla. Se ha creado una 
especie de guerra ideológica en España en torno a él y su estilo. Sergio
 se dedica a jugar, no tiene culpa de nada, pero está en el centro de un
 debate donde unos lo machacan por ser Sergio, aunque lo haga bien, y 
otros lo alaban, aunque lo haga mal. Eso no tiene sentido, lo único que 
consiguen es que le cueste más sacar su gran baloncesto.
En
 Barcelona no pasó lo mismo con Ricky Rubio. Y eso que sus expectativas 
eran más altas que en Madrid con Sergio Rodríguez.
No. 
Porque el Barcelona está más protegido por su entorno.
Eso
 es lo que dice Mourinho.
Y tiene
 razón.
¿Por
 qué Ricky no explotaba en Europa y en EEUU sí?
No 
estoy de acuerdo. Basta ver las estadísticas de Fran Vázquez.
 Parece de nuevo el jugador que estaba con Dusko Ivanovic.
 A Dusko lo machacaron porque no hacía buenas estadísticas. Pero llegó 
Ricky, empezó a darle balones, y Fran empezó a meter mate tras mate. Se 
fue Ricky y Vázquez vuelve a hacer 2, 4 ó 5 puntos.
¿Qué
 fue lo mejor de tu paso por Moscú?
Era más
 difícil vivir para mi familia, pero yo estuve de maravilla. En 4 años 
en Moscú no viví un solo malentendido. Curioso. Y eso que hablaban en 
ruso. Siempre de cara. Los jugadores eran maduros y de gran personalidad. ¿Sabes cuántas veces Ginobili, 
Papaloukas, Langdon, Smodis o Vanderpool
 me han dicho: “Ettore, ¿qué coño haces?” Eso es importante para un 
entrenador.
¿Has
 hablado con gente del CSKA tras la derrota en la final de la Euroliga? 
¿Cómo lo vivieron?
He 
hablado con mi ex asistente, todavía allí, con dirigentes, con amigos… 
Estaban hundidos. Verdaderamente mal. Peor que cuando en 2005 perdieron 
contra Vitoria en la Final Four de Moscú. Aquí ganaban de 20 y lo tenían
 todo de cara.
Pasemos
 al fútbol. ¿Cómo consigue ser seguidor del Milan con Berlusconi como 
presidente?
[Messina mueve la cabeza 
horizontalmente y casi interrumpe la pregunta] No. Se es seguidor del Milan 
porque es el equipo de Nereo Rocco, de Rivera,
 de Schnellinger… que no tienen nada que ver con lo que
 llegó después.
¿Cómo
 has vivido estos 26 años ya de berlusconismo milanista?
He 
vivido bien todo lo que tenía que ver con el terreno de juego, sobre 
todo la época de Sacchi. Y menos bien todo el resto: 
aquellos descensos en helicóptero de Berlusconi en las presentaciones, 
sus continuas bromas sobre cómo juega su equipo, los onces que él 
elegiría… un buen presidente deja trabajar a su entrenador. Y si no le 
gusta, que lo cambie.
En
 estas semanas aflora la podredumbre del fútbol italiano: partidos 
trucados, jugadores vendidos, equipos controlados por ultras, dirigentes
 cómplices. ¿Hay más corrupción en el fútbol italiano… 
…o en 
la política española? [Messina interrumpe al vuelo con una sonrisa. Entrevistar a
 este hombre es como botar el balón delante de Ricky Rubio].
¿El
 fútbol italiano es más corrupto que el español o la única  diferencia 
es que vosotros investigáis y castigáis a culpables?
Una 
pregunta clave. No creo que los únicos malos de la historia sean los 
italianos. No me lo creo. Me disgusta muchísimo todo lo que está 
surgiendo en el calcio. A mí lo que más me impacta es pensar en todos 
los que compran, con mucho sufrimiento, una entrada y van a ver algo 
que, sin que lo sepan, ya ha sido decidido. Te estás riendo de aquéllos 
por los que tú existes. Pura crueldad. Por estos motivos me gusta cada 
vez menos el fútbol.
Pero
 llega la Eurocopa. No te veo yo eligiendo y dirigiendo pareja como 
Balotelli y Cassano. ¿Cómo ves a Italia?
Te 
confieso que he dado un gran paso atrás en mi interés por el fútbol. Ni 
siquiera sé cuál es el once de Italia.
¿Por
 qué este hastío del calcio?
Empezó a
 dejar de gustarme cuando las camisetas olvidaron los números del 1 al 
11. Son equipos llenos de extranjeros. Entiendo que el fútbol camina en 
esa dirección y no pasa nada, pero no me convence. Entiendo 
políticamente el concepto de Europa unida o de mercado común, pero 
nosotros somos diferentes de los franceses, que lo son a su vez de los 
alemanes, y éstos de los españoles. Queremos contar que somos una 
confederación única, pero no lo somos. Hay cientos de años de guerras, 
de rivalidad… ¡de quesos y embutidos diferentes! [sonrisa]
Ya
 se lamentaba De Gaulle de tener que dirigir un país con 246 variedades 
de queso. Imagínese si juntamos todas las europeas… Giovanni Sartori, 
politólogo italiano de izquierdas, ya se manifestó desde el progresismo 
contra la moda del multiculturalismo y la pérdida de raíces, valores e 
identidad.
Exacto.
 Del multiculturalismo me da miedo que todos simulemos por un tiempo 
vivir en una misma olla y al final no nos respetemos. Me gustaría más 
que siguiésemos respetando esos perfiles, esas diferencias de cada 
sitio. Si voy a un país musulmán, me parece lo mínimo respetarte, 
comportarme en tus iglesias como tú creas oportuno. Volviendo a Europa, 
viajar todos en la misma barca pero anulando nuestra historia, a mí me 
da miedo.
La
 gente no entiende la construcción europea. Los confines mentales de 
antaño han desaparecido. Hasta aquí llegaba España, aquí gobernaba un 
señor y en esa raya comenzaba Francia. Quizás el problema es que se ha 
promovido una unión desde arriba, macroeconómica y funcionarial, que no 
comprende la gente desde abajo.
La 
gente no entiende nada de la construcción europea. Yo he tenido la 
suerte de vivir en sitios muy diferentes e incluso cada país alberga 
grandes diferencias: un andaluz tiene poco que ver con un gallego, como 
uno de Milán con un calabrés o uno de Moscú con uno de Vladivostok. La 
homologación debida al progreso me llena de melancolía. En cierto modo 
se pierde la riqueza del mundo.
Hablando
 de culturas que se dejan ir muriendo, ¿te gustan las corridas de toros?
Sólo vi
 una corrida de toros en mi vida. En Granada, en el 92, y me fascinó. Me
 parecía estar en una escena de Hemingway. No estoy 
haciendo una valoración ética, respeto el punto de vista de los 
ecologistas. Pero yo, italianuzzo, tenía un día libre, me fui a la corrida y recuerdo que 
entraban los toros corriendo en la plaza y la gente ya había entendido 
si eran buenos o mansos. Gritaban todos. Luego empezó a lloviznar. Se 
transformó la arena en fango. El torero se quitó las zapatillas para no 
caerse y toreó descalzo. Hirió al toro. La sangre, mezclada con arena, 
el agua, los pañuelos blancos… Una escena de Hemingway.
¿Volviste?
Me 
habría encantado. No lo conseguí nunca, por trabajo y viajes. Ni 
viviendo en Madrid. Pero mantengo viva la fascinación de aquel día. Una 
corrida es una máquina de generar sensaciones.
El
 otro día escribía que la culpa de esta crisis es de todos nosotros. No 
de un banquero o de dos políticos, sino de un país en el que hemos 
generado unas élites que no son más que el reflejo de nosotros mismos.
En 
Italia es todavía peor. Cuando saltó el escándalo de Berlusconi con las 
menores de edad, muchos italianos decían: “Joder, vaya crack el 
berlusca, ¿eh? Con todas esas buenorras…”. Tristísimo.
Ese
 fue el triunfo de Berlusconi. Decir: no soy un político, me parezco a 
los italianos.
Exacto.
 Yo soy como vosotros. La muerte de la política como intermediación.
”Ex político que hace lobby para un empresario mafioso, 
absuelto porque no es delito”. Noticia de Il Fatto Quotidiano de ayer. ¿Te duele Italia 
desde lejos?
Me 
duelen las generaciones jóvenes, con entusiasmo, con capacidad, que se 
dejan el culo para progresar y sienten que se les toma el pelo. No 
tienen trabajo ni oportunidades, y luego desayunan leyendo noticias de 
este tipo. Todavía hay gente que se manifiesta en recuerdo de Falcone
 o Borsellino y querría sólo tener unas migas de 
esperanza. Ya no hablamos ni de trabajo, sino la esperanza de vivir en 
una sociedad mínimamente civil.
¿Cuándo
 se perdió el sentido de la moralidad política, de respeto a las reglas,
 en Italia? ¿Cuándo se impuso la cultura del listo que triunfa, la 
cultura de Berlusconi?
Ha sido
 un derribo constante, progresivo. Y Berlusconi ha sido el vértice de 
todo. No el causante, sino la consecuencia. Yo he votado toda mi vida a 
la izquierda.
¿Qué
 izquierda? Porque en Italia hay más tipo de izquierda que de quesos.
Tienes 
razón. Con una excepción, cuando voté por el Partido Republicano de Spadolini,
 siempre voté siempre a la izquierda. Primero al Partido Socialista…
…el felipismo a la italiana de Craxi…
…sí. 
Con una desilusión furibunda. Luego voté al Partido Comunista, que se 
convirtió más tarde en el Partido Democrático de centroizquierda. Y mis 
enfados fueron más furibundos aún con Massimo D’Alema 
[dirigente italiano del PD y ex primer ministro]. Un personaje 
demencial. Cuando su izquierda, en el poder, no hizo la ley del 
conflicto de intereses, puso las bases de la llegada de Berlusconi. No 
pueden quejarse después de lo que ocurrió. ¿Dónde estaba la izquierda? 
Viví con amargura y tristeza cuando Fausto Bertinotti 
(Refundación Comunista) hizo caer al Gobierno de Romano Prodi
 (entonces jefe de El Olivo, coalición de centroizquierda]. Conozco a 
Prodi desde hace mucho y quizás no sea el mejor político del mundo, pero
 es una persona sensata. Intentó cambiar las cosas.
El
 Del Bosque  de la política italiana.
Exacto.
 Buena comparación. No puedo estar satisfecho con esta clase política. 
Al mismo tiempo, por carácter, por cultura política, por forma de 
pensar, tampoco puedo pasarme a los que gritan. A los Beppe 
Grillo y demás. No creo en los que gritan, por definición.
Escribimos
 sobre Beppe Grillo cuando dijo en Palermo que la mafia no estrangula a 
sus víctimas.
Una 
vergüenza. Que le pregunten a los asesinados por no pagar el pizzo, como Libero Grassi
 y tantos otros.
Se
 acaban de cumplir 20 años del asesinato del juez antimafia Giovanni 
Falcone. Y en pocos días se cumplirán los 20 del de su ‘Sancho Panza’, 
el juez Borsellino. ¿Dónde estabas tú?
Cuando 
murió Falcone era asistente de la selección italiana y estábamos 
preparando el preolímpico. Estaba en mi habitación de hotel y me llegó 
la noticia. Me dejó paralizado. No nos clasificamos. A los pocos meses, 
me encontraba en Tenerife, en un clínic con Pat Riley y
 Lolo Sainz, cuando llegó la de Borsellino.
 Me acuerdo que me masacró mentalmente. La muerte de Falcone
 y Borsellino fueron un antes y un después para Italia y Sicilia. Es un 
asunto del que sigo leyendo y viendo todo aquello que puedo.
Creciste
 en los años de la Italia más convulsa, la de los años de plomo. ¿Cómo 
lo recuerdas?
En el 
instituto, si no hacías política, estabas fuera. Mis amigos y yo 
hacíamos deporte y, aunque nos interesara también la política, nos 
miraban raro. Tras las clases había que reunirse y masturbarse el 
cerebro en los colectivos de base hablando sobre la sociedad, la 
revolución. El deporte era sospechoso. Imagínate en Mestre, la zona 
obrera de Venecia donde yo vivía: el clima era de ebullición política 
constante.
Naciste
 en Sicilia pero creciste en Venecia. Como siempre en la historia 
siciliana: la emigración.
Mi 
padre y mi madre eran hijos de buenas familias de la burguesía 
siciliana. Él tenía 28 años. Ella, 18. En cinco años nacimos yo y mis 
dos hermanos. Mi padre entonces consigue un puesto como abogado del 
Estado en Roma, pero las dos familias no permiten que se vayan a vivir a
 la capital. Era la Sicilia de la época. Mi padre entra en la 
Administración Pública pero en Catania no había un puesto para su rol de
 abogado de la Seguridad Social. Sólo en Génova y Venecia. De nuevo la 
pelea y las familias que se niegan a dejarles partir. Pero mis padres, 
contra la opinión de los suyos, deciden zarpar. Mi madre todavía se 
acuerda de que mi abuela no la ayudó ni a hacer las maletas como muestra
 de disgusto por dejar su tierra. Tardaron años en reconciliarse.
Desde
 fuera pareces más veneciano que siciliano.
[Sonrisa] No me conoces. No soy una 
persona fría. Querría serlo mucho más, pero en mi vida tomé muchas 
decisiones sin reflexionar mucho. A veces me salió bien. A veces no. [No parece difícil saber en qué 
está pensando].
Fotografía:
 Guadalupe de la Valle





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