Dos oros vividos desde la grada
Con estar breves líneas, solo trato de mostrar una  visión distinta, vivida desde la distancia, desde la grada,  pero también desde la  cercanía de conocer los entresijos que lleva el engranaje de lo que es  una Selección Andaluza.
Te despiertas una mañana y miras el  calendario. Es entonces cuando te das cuenta de dónde has estado, lo que  has vivido y todo lo que ha pasado alrededor tuyo en… ¡tan sólo unas  horas! Cualquiera diría que ha sido un mes, pero no, fue sólo unos días  los que pasamos en Valladolid disfrutando y viviendo unas horas que ya  son históricas para el baloncesto andaluz.
Llegue el día  5, para ver los cuartos de final. El ambiente no era el mejor, no  habíamos hecho una buena primera fase. Pero llega ese día en que todo  puede cambiar. El ambiente en la grada era de expectativa, sabíamos y  confiábamos en los equipos. El trabajo de estos últimos meses se jugaba  en 40 minutos. Y los equipos dieron la cara (y a algún jugador se la  partieron literalmente), estábamos clasificados, luchábamos por  medallas.
Y ahora miramos al parket, y vemos unas  caras en los jugadores y en el cuerpo técnico que nos transmiten otra  sensación: esto no ha acabado. Desde arriba se ven cosas que llaman la  atención, gestos, empujones, abrazos…. todo nos hacía ver que lo mejor  estaba por llegar.
Y tras una noche analizando videos,  rivales, intentando descansar algo, por parte del cuerpo técnico,  amanece un nuevo día cargado de  ilusión. ¿Conseguiríamos el éxito de  meter a dos equipos en las finales? Además los dos juegan a la misma  hora.. Uff que hago? ¿donde voy? Aunque me fui a ver al equipo cadete,  las nuevas tecnologías hacen que siguiera segundo a segundo el partido  infantil.
La decisión fue acertada porque en el  infantil rápidamente abríamos brecha en el marcador, mientras que en el  cadete se sufría en una primera parte igualadísima. Como digo, desde la  grada se ven gestos, miradas que te hacen ver más allá. Y en la salida  de los vestuarios, el rostro de los nuestros había cambiado. Rafa Piña  había alentado a sus pupilos, y Francis Alonso se disfrazó de Jordan, y  disfrutó y nos hizo disfrutar de una segunda parte que jamás vi en un  jugador cadete. Sus compañeros lo entendieron y lo buscaban, y el solo  veía el balón y la canasta, como cuando se baja a tirar un rato en los  parques malagueños.
Ya con el partido resuelto, comprobé, como siempre desde la grada, que el oro era nuestro sin haber jugado aún. El cuerpo técnico realizó un gesto que hizo emocionarnos a toda la afición andaluza, y que aún al recordarlo se me eriza la piel. Los dos jugadores lesionados, Adrián Carrión y José Alberto Jiménez, salen a la pista a falta de 14 segundos. Uno no puede casi ni andar, otro no habla, con 20 puntos en la boca, pero los dos estaban vestidos por si su equipo los necesitaba. Y Rafa Piña en un gesto que le honra los hace saltar para que vivan de primera mano la gloria. Ahí se empezó a ganar la final. Ahí se vio lo que es un equipo. Ahí se mostró la unión que tantos años se viene gestando desde la sala de caldera de esta FAB, con José Luís Gómez al frente, todos somos uno, todos somos un equipo.
Y llega el día D, el día que se podía  hacer historia. Imagino la noche antes de comenzar a jugar, los  entrenadores  hablando con los chicos; intentando hacerlos soñar con un  jugador especial, con una jugador que sabe cómo hacerlo todo bien, que  es el mejor compañero, que respeta a sus rivales, que cuando las cosas  salen mal no se pone nervioso y sigue jugando, con una jugador que todos  llevan dentro y que las convierte en especiales. Y vaya si lo  consiguieron!!
Tuve la suerte de ver la final infantil  con los técnicos que no dirigen partidos, pero si facilitan, coordinan, y  conviven día a día con todos lo que estaban en la pista. Que decir de  Beti, Adolfo o Selu. Un espectáculo verlos vivir ese partido. Un 0-7 en  contra y ellos estaban confiados que éramos oro. A falta de minuto y  medio se pone Madrid arriba, después de remontar 15 puntos. Y ellos  seguían confiando en sus jugadores y su cuerpo técnico. Y esa confianza  parece que se transmitía a pista. Ismael Puyana, en una gran dirección  de partido conseguía un hito para el baloncesto andaluz, conseguía algo  que nadie ha logrado.. el ORO EN INFANTILES.
Desde la grada se ven más cosas.. se ve  una afición andaluza que grita y vibra desde el salto inicial al final  del partido. Se ve a los padres de las chicas, que no podían jugar esa  final, pero que algún día lo harán, correr de pabellón a pabellón para  animar a los nuestros. Y se ve la satisfacción y al alegría en la cara  de los nuestros.
Corriendo, me escapo al pabellón de los  cadetes. El partido estaba igualado cuando llegué, pero no se, había un  halo especial desde el día anterior en la cancha de que esa medalla era  nuestra. Además otro detalle más, esos detalles que se ven desde la  grada me lo confirmó. Un poco antes de acabar el tercer cuarto hicieron  presencia en la grada el equipo infantil que minutos antes había  alcanzado el oro. La afición andaluza, se puso de pie, y al grito de  “campeones, campeones”  hicieron que los jugadores tuvieran que saludar  desde la grada. Como si fuera un resorte, el equipo cadete a partir de  ahí cogió impulso, y puso la directa para conseguir ese SEGUNDO ORO, que  hizo que saltara la euforia, y que Valladolid se pintara de Andalucía.
Contar, lo que a partir de ahí sucedió lo  dejo a la imaginación del lector, pero sí me gustaría reseñar un nuevo  gesto con todo acabado, un nuevo gesto que a lo mejor hace que el  próximo año siga esta fiesta de oros. En la entrega del oro al cadete,  el equipo infantil le hizo el pasillo de honor, muestra de esa unión al  que ya antes nos hemos referido. Los abrazos y palmadas de los dos  equipos fueron el fin de fiesta a unas horas de emoción inusitada  vividas desde la grada.
                                                Antonio Navas Aranda
Bajado de: www.viveelbasket.blogspot.com
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