Sanz y su particular 'Volver a empezar'
El entrenador cordobés reflexiona sobre sus dos etapas en el Orense, sus meses en el paro y el duro panorama del baloncesto (el Día de Córdoba - JC León)
El Orense derrotó la pasada jornada al Barcelona B por 79-69 sumando su tercera victoria consecutiva en la Adecco Plata. El conjunto orensano ya es segundo y ha recuperado no sólo las buenas sensaciones, sino la confianza en su proyecto de ascenso.

Rafael Sanz durante un clínic en Córdoba
Buena  culpa de todo la tiene Rafael Sanz Armada (27-05-1976), el entrenador  cordobés que regresó a la ciudad gallega el pasado 2 de febrero para  vivir su segunda etapa en el equipo y escenificar su particular versión  de Volver a empezar.
Porque Orense ha sido el único teléfono que ha sonado en los dos largos  años que el entrenador con más partidos en la historia de la LEB Oro se  ha pasado en el paro. Sanz debutó como profesional con sólo 23 años  llevando al Cajasur por dos veces a los play off de ascenso a la ACB, y  su salida del club granate coincidió con la muerte del baloncesto  profesional en una ciudad que ama y le duele. La Palma y Tenerife fueron  sus siguientes destinos, llegando a acariciar el ascenso a la ACB con  los chicharreros, con los que disputó dos Final Four. Regresó a La Palma  firmando dos buenas temporadas y pese a tener la renovación sobre la  mesa en unas condiciones por las que muchos matarían, él decidió no  seguir ante la falta de estímulos. Era una decisión arriesgada, pero una  decisión al fin y al cabo, un paso más en una sólida carrera con una  década de experiencia a la espalda que no hacía presagiar una larga  etapa en la cola del INEM.
"Fue lo más sensato, coherente y honesto por mi parte, porque se me  había acabado la motivación para seguir", recuerda el entrenador de  Santa Rosa, quien reconoce que "cuando me marché pensaba que se iban a  abrir otras puertas", pero el baloncesto cambió. La crisis explotó y  Sanz se vio fuera de la selecta noria de los entrenadores profesionales  ante la falta de ofertas. No más de 60 personas en España pueden  presumir de vivir de los banquillos de baloncesto, y el que se mueve no  sale en la foto. La lista de ilustres técnicos en paro se multiplicó  ante la masiva desaparición de equipos, potenciales puestos de trabajo  que dejaron de existir y que limitaron un mercado ya reducido de por sí. 
Ante ese panorama, y con el peligro de desaparecer del escaparte, Rafa  apostó por un imposible. En enero de 2011, el cordobés aceptó la oferta  del Orense, colista de la Adecco Oro con un dramático balance 3-17 y  abocado sin remisión al descenso. Con Sanz al mando, el equipo notó una  mínima mejoría, pero todo cambió el 3 de marzo de 2011, cuando los  orensanos sufrieron una ajustada derrota ante el Obradoiro hundiéndose  aún más en el último puesto de la clasificación con apenas cinco  victorias y 21 partidos perdidos. El resultado, aparentemente digno, no  pudo disimular la rabia acumulada del entrenador, que explotó en una  rueda de prensa que corrió como la pólvora por internet. Hastiado por la  apatía de su equipo, sacó a la luz "las verdades del barquero",  lamentando que "nunca he entrenado con tantos jugadores, pero con tan  pocos válidos". Sanz no se cortó y habló de las "ratas que están  abandonando el barco", señalando a algunos que "ya están buscando  colocarse y así salvar sus culos". "Yo he venido de mil kilómetros para  poner las cartas sobre la mesa", espetó antes de sentenciar que "yo  estaré aquí cuando el equipo descienda, pero en la pista van a estar los  culpables, porque la foto del descenso la voy a sacar yo".
"Fue un último recurso. Antes, intenté consensuar la situación con  diálogo para cambiar una dinámica negativa, una situación viciada. El  90% de los jugadores lo entendieron y casi nos salvamos", apunta Sanz  sobre los efectos de aquella monumental bronca, tras la que el Orense  tuvo un atisbo de reacción que no fue suficiente para evitar el  descenso.
Sanz agotó los 89 días más intensos de su carrera y no siguió en el  equipo, volviendo al paro forzoso tras cerrar una puerta que  probablemente nunca volvería a abrirse. Los días volvieron a hacerse  eternos esperando una llamada que no llegaba, y el técnico experimentó  de nuevo una sensación que comparten más de cinco millones de españoles.  "Levantarte cada mañana y no sentirte útil" se convirtió en una  peligrosa rutina, una losa "que provoca un gran desasosiego, algo que te  obliga a ser muy fuerte para poder aguantar".
Sanz abrió miras e incluso sopesó la opción de marchar al extranjero,  pero los efectos de la crisis son globales. "Durante todos esos meses no  dejé de prepararme, de ir a clases de inglés, a charlas, a clínics,  leer no sólo de baloncesto, sino de dirección de grupos, de  psicología... Estar parado no es estar inactivo, porque entonces es  cuando te cavas tu propia fosa", apunta como una de las claves para  mantener la esperanza durante esos días en los que todo se ve negro.  Hasta que el teléfono vuelve a sonar.
Y de nuevo era Orense. El equipo del que salió hace apenas unos meses  desatando un incendio requirió de nuevo sus servicios para enderezar el  rumbo. "Valoro mucho que vuelvan a llamarme. La primera vez puede ser un  flechazo, pero la segunda vez es porque realmente valoran tus  virtudes", dijo tras aceptar la oferta que le permitió volver a sentirse  entrenador, "porque no hay nada como unos meses en el paro para darte  cuenta de las ganas que tienes por desarrollar lo que más que un trabajo  es tu vocación".
"La primera etapa en Orense me sirvió para tomar nota. Desde los 14 años  había empezado y acabado la campaña en el mismo sitio. Nunca me había  faltado equipo y nunca había cogido a uno en mitad de la temporada",  habla sobre un escenario que le forzó a salir de Córdoba "cuando ante la  opinión pública podía parecer que me estaba acomodando".
Aquí deja a su hija de apenas cinco meses y a su mujer, "mi mejor  fichaje, porque sabe cómo es mi profesión. Ella sabía que tenía que  aceptar esta oferta, porque no podía salirme de una rueda que puede  aplastarte. Era una oportunidad para volver a entrenar y que toda la  inversión que hemos hecho en tiempo y sacrificio no cayera en saco  roto". Lo dicho. Toca Volver a empezar.
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