La hora de Paniagua: Olímpicos Sub-23
El Comisionado de la Liga NBA, Mr. David Stern, le dijo el otro día a
los colegas de la emisora de radio de la cadena ESPN lo siguiente: “Mi
idea es que después de [los Juegos Olímpicos de] Londres, deberíamos
analizar lo que hace el fútbol y deberíamos lograr que la competición de
baloncesto la jueguen solo jugadores Sub-23″.
Esta idea tan chocante, aunque respetable como todas las del
Comisionado, no es casual: ni por lo que propone, ni por cuándo lo
propone. Veamos.
Con una preselección olímpica diezmada por las lesiones –Chauncey
Billups, LaMarcus Aldrige, Dwight Howard y Derrick Rose conforman la
lista de bajas en combate hasta ahora mismo- Míster Stern negaba a los
chicos de la ESPN algo que parece muy obvio: que el calendario de
competición de esta temporada del lockout “no tiene nada que ver” con
las lesiones que se están cebando en los profesionales de la NBA día sí y
día también.
A estas alturas de curso, albergo pocas dudas de que la condensación
de 66 partidos en la Temporada Regular de este año del Señor de 2012,
sin prácticamente entrenamientos de pretemporada, ni casi preparación,
está pasando una terrible factura a no pocos jugadores de la NBA. Entre
ellos, a varios de los que forman –formaban- parte del equipo olímpico
estadounidense que representará a su país en los próximos Juegos de
Londres. Tan solo cabe esperar que el rosario de infortunios se detenga:
los partidos de playoffs poseen una naturaleza competitiva tremenda y
pueden seguir nutriendo la lista de caídos de un modo irremediable.
En los análisis previos de pretemporada ya comenté en esta tribuna
que hay dos cosas que siempre se cumplen en los cursos reducidos de la
NBA; una no es nociva para la salud: los porcentajes de tiro bajan
alarmantemente. La otra sí lo es: en una competición tan condensada se
producen un número de lesiones mucho más elevado entre los jugadores que
en una temporada “normal” de 82 partidos.
Se ha cumplido el primer pronóstico y los jugadores han tirado a
canasta bastante mal durante toda esta temporada. Desgraciadamente, el
segundo pronóstico también se ha hecho realidad. En este caso -y aunque
la culpa no es exclusiva de Mr. Stern ya que los jugadores acordaron con
él ese horripilante calendario- hay un trasfondo evidentemente
económico en la decisión de jugar tantos partidos en un periodo de
tiempo tan corto.
Lo que resulta irónico es que, al proponer que la competición
olímpica de básquet la jueguen exclusivamente jugadores sub-23, Mr.
Stern está -seguramente muy a su pesar- en perfecta sintonía con uno de
sus propietarios más críticos: Mr. Marc Cuban. Es bien sabido que Mr.
Cuban lleva tiempo proponiendo que los jugadores de la NBA no vayan a
las olimpiadas. Un argumento audaz cuya base es, evidentemente,
económica: el dueño “maverick” de los Mavericks de Dallas trata de
proteger su inversión y no entiende la razón por la que la NBA ha de
ceder a sus jugadores, gratis, para que participen en unos Juegos
Olímpicos.
Con su propuesta, Mr. Stern coincide también con Dwyane Wade, la
superestrella de los Heat de Miami, que pidió recientemente una
compensación económica para los jugadores de la NBA que presten sus
servicios al equipo de los Estados Unidos durante los Juegos.
Pero una cosa es lo que argumenta Mr. Cuban, el dueño de un club que,
al fin y al cabo, protege su inversión, y lo que sostiene Mr. Wade, un
jugador que aboga por rentabilizar las prestaciones de los componentes
del “Team USA” en una competición deportiva en la que todo el mundo hace
caja excepto los atletas que participan en ella. Y otra cosa muy
distinta son los principios que debe sostener el Comisionado de una liga
deportiva profesional.
David Stern debería saber –lo sabe, de hecho- que gran parte de la
enorme popularidad que tiene su liga en el mundo entero surge de unos
Juegos Olímpicos, los de Barcelona de 1992, a los que los Estados Unidos
no mandaron a un equipo de básquet sub-23 precisamente. En aquella
Olimpiada, grandes estrellas como Michael Jordan, Magic Johnson, Larry
Bird y el resto del bien llamado Dream Team, abrieron el camino del
baloncesto profesional estadounidense a un montón de jugadores
internacionales.
No solo eso; los Juegos Olímpicos abren también las puertas del
marketing a los jugadores estadounidenses de la NBA. Sin dudar ni un
solo segundo de su patriotismo, la participación de las estrellas de la
Liga NBA en los Juegos Olímpicos le sale muy rentable a casi todas
ellas. Me parece que los Kobe, LeBron, Wade, Chris Paul, Dwight Howard o
Carmelo Anthony son muy populares, y rentabilizan ampliamente esa
popularidad, en un mercado emergente como es China gracias, sobre todo, a
su participación en los Juegos de Beijing-2008.
Así que, parafraseando a Casio, en ese maravilloso alegato a Bruto
que se puede leer en “Julio César”, la soberbia obra de Shakespeare,
cabría decirle al señor David Stern lo siguiente: “El problema, querido
Comisionado, no está en las estrellas; el problema no está en que las
estrellas de la NBA vayan o no a los Juegos Olímpicos. El problema,
querido Comisionado, está en vosotros; en ese agónico calendario de
competición que habéis diseñado y que cruje las espaldas de vuestras
estrellas”.
–Miguel Ángel Paniagua (publicado en GIGANTES)
Miguel Ángel Paniagua en Twitter (@pantxopaniagua)
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