BALONCESTO CON... ¡ALEGRÍA!
O TE HACES CREYENTE... O LO ASUMES CON... ¡ALEGRIA!
Por Franco Pinotti
Con lo que está cayendo en el país, o te haces
creyente y esperas que algún dios arregle esto porque, por lo
visto, ningún humano - y mucho menos los políticos o los que
dicen llamarse tales - es capaz de encontrar una solución
mínimamente decente, o lo asumes con....¡alegría! como
hace el inefable Presidente de la FEB que se toma unos días de
asueto en Brasil, suponemos a cargo de la FIBA,
para presenciar un emocionante sorteo de los grupos olímpicos.
Mientras tanto el baloncesto, al igual que el país, sigue su
curso tambaleante entre la venta de humo de unos y la aparente
inoperancia de otros.
Sigue siendo efectiva la táctica del “tirar la piedra y
esconder la mano”. Lo hemos podido comprobar en el “caso
Ponsarnau” que ha desatado comentarios
apocalípticos como el de unos “fenómenos” de un periódico deportivo
que han llegado a titular “ La ACB juega con el futuro de
España”.
Por suerte, el día 1 de mayo – día de los trabajadores
( el próximo año será el día de los trabajadores en paro,
porque de trabajo queda cada vez menos) –
no pude apreciar ninguna pancarta alusiva al “futuro de
España” en la que estuviese comprometida la ACB (por cierto, es
la Asociación de Clubs de Baloncesto, por si a alguien se
le ha olvidado) y así la ansiedad que me envolvía se ha ido
disipando y simplemente me tendré que preocupar que los Rajoy, Merkel y
compañías intenten desarreglar el lío que están montando
con su obsesiva protección de los que ellos llaman “mercados”
y que en realidad son una banda de “chorizos especuladores”
que se quieren forrar a cargo del
personal, que somos la gran mayoría de nosotros.
Me doy cuenta que me estoy desviando y tendré que refugiarme
en mi “azotea” particular – sección que próximamente
vamos a inaugurar – para seguir comentando lo que no
sea baloncesto y volvamos a lo dicho: el futuro de España
(¡¡¡sic!!!!).
En este caso, hubiese sido tan simple resolver el problema con
una simple llamada de Presidente a Director
General, visto que ahora el otro Presidente ha
caído en desgracia, y arreglar el tema como harían las personas
normales: hablando.
Pero...¡no! Lo normal no existe para el “rey del
twitter”. Eso de pedir las cosas con cierta elegancia....¿de
qué va? Con su absoluto control de la información, o mejor
dicho de la desinformación, no necesita portarse
con los que no le interesan, y por lo tanto corta por lo sano pasando de
normas y señalando a dedo lo que le interesa.
En la ocasión ¿Ponsarnau? Que así sea y los demás que se
joroben, y si levantan la voz....pues le desato una campaña de prensa
(amiga) para desestabilizar y resuelto el
problema....con ¡alegría!
Uno siempre tiene la esperanza de escuchar la parte contraria,
y alguna respuesta lógica y contundente, y sólo percibe frases como “la
normativa....” y etc. etc., algo
similar a aquel famoso diálogo de los hermanos Marx sobre “la
parte contratante de la parte contratada.....”
Es un caso más de la desidia informativa que
nos obliga a contemplar siempre una versión sesgada de la realidad sin
que existan versiones con peso por el otro lado.
Se trata de encajar constantemente, ¿hasta cuando?
Cambiando de tema, me sabe mal la lesión de Derrick
Rose, mi jugador preferido de la actual NBA, además un buen
chico y un formidable atleta. Con su baja es evidente que
los Bulls pierden gran parte del potencial ganador –
se ha visto claramente en el segundo partido de playoff contra los
Sixers – y la Selección Olímpica USA
pierde un referente importante, porque al contrario que muchos otros
jugadores de su nivel – empezando por Kobe Bryant, el
egoísta número 1 del mundo del basket – es un tipo que
sabe jugar para el equipo sin renunciar a su talento individual.
En la mejor liga del mundo también hay su lado oscuro.
El exceso de lesiones graves como son las de rodilla hacen reflexionar
hasta que punto el estrés provocado por la
acumulación de partidos y viajes incide en el tema.
Al comisionado Stern le ha faltado tiempo –
como aquí ¡vaya! - para dar su opinión interesada al respecto. El hecho
que los médicos consultados digan que no depende de la
acumulación de partidos es una versión creíble para los que se lo
tragan todo.
Está claro que algunas lesiones son producto de la mala suerte
pero es evidente también que el cuerpo humano tiene unos
límites y cuando se juega con ellos lo más probable
es que suceda una desgracia, menor en el caso de las rodillas –
dentro de la gravedad que ello supone – y mayor como le ha pasado al
pobre nadador noruego Dale Oen.
La lectura que hago es que al deportista de élite
se le pide cada vez mayores prestaciones y aun si los controles médicos
han mejorado un montón todavía quedan muchos lados
débiles por aclarar.
Esto choca con la exigencia de los directivos
de turno que cargan los calendarios simplemente en función de sus
intereses, que en muchas ocasiones no son deportivos, y por
las exigencias mediáticas que únicamente piden
competición perdiendo de vista que la dosificación del esfuerzo en un
deportista de alto nivel es el primer objetivo a alcanzar
para conseguir un elevado rendimiento sin “masacrar” el propio
cuerpo.
Pero esta sociedad que se dice integradora no admite los
“débiles” y si se rompe alguno, o en el peor de los casos, se muere,
siempre habrá alguien que le sustituya. La lágrima
fugaz y el olvido son una buena terapia para los irresponsables.
Dentro de esta nota de pesimismo no hay que olvidar que el
mundo sigue y que entre todos debemos hacer un esfuerzo para que
las cosas sean mejorables aunque parezca que el
“deporte favorito” de mucha gente es echarle zancadillas a los demás
sin escrúpulos y buscando cualquier justificación para.....¡justificar!...
determinadas decisiones.
Recientemente en mi piel he probado un caso similar lo que me
lleva a pensar que, por desgracia, el mundo sigue en manos de
los mediocres, sea el nivel que sea.
Y lo podemos comprobar cada día siguiendo la información
diaria: por uno que vale hay 100 (es una cifra aleatoria) que no valen
pero que cuentan porque tienen más influencia.
Así es la vida y hay que tomárselo con un margen de...¡alegría!...incluso
en el mundo del baloncesto.
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