El Baloncesto en la encrucijada
Tal como estaba previsto, y hemos comentado en varias ocasiones, el magnifico final de la pasada Liga ACB-Endesa, la emocionante final de la EuroLeague y el
espectacular desenlace de la final olímpica entre Estados Unidos y España, superado los momentos iniciales de emotiva expectación, no han servido como revulsivo.
El baloncesto sigue manteniendo intacto su interés dentro de las canchas, pero se pudre en los despachos por los distintos egoísmos imperantes
y por una desidia en intentar
encontrar un filón de argumentos comunes que sirvan, más que para
revitalizar, para asentar nuestro deporte que, aun sufriendo el impacto
de la incertidumbre social, sigue contando con bastante
interés y con más opciones que otros de salir adelante y asentarse
en una realidad más acorde con los tiempos actuales.
En esta lucha de “egos” cada sector aporta su parte proporcional en un pastel que nadie se acabará comiendo porque entre todos lo acabarán chafando.
Siguiendo la máxima de este país que subraya que quien no está conmigo está contra mi,
sin tener
en cuenta que se puede discrepar y a la vez encontrar puntos en
común, todas las partes implicadas afilan posiciones con la esperanza de
destruir al vecino en beneficio
propio.
Cada vez más los “iluminados” sacan a flote argumentos estériles pero que encuentran cobijo en unos medios informativos que en lugar de informar y opinar
de una forma mínimamente objetiva, se van alineando en un frente u otro sin entender que la política del “lameculismo” sólo tendrá una consecuencia: el descrédito
generalizado, la perdida de interés y, como consecuencia, la perdida de puestos de trabajo en todos los sectores, como ya está sucediendo.
Cuando el “cuarto poder” se alinea de una forma descarada pierde su potencial y se convierte en un
instrumento de los “poderes fácticos” que manipulan a placer.
Hace 30 años, cuando Nuevo Basket era una revista de papel con cierto crédito nacional e internacional, entrevistamos en su despacho de New York a Mr.
Stern – que hace unos días acaba de anunciar su próxima jubilación – y la pregunta más importante que le hicimos fue: “¿qué necesita la NBA para revitalizarse?”
.
Nos contestó sin dudar un instante: “El apoyo de los medios de información y de forma especial de las televisiones”. ¡Profético!
Tres décadas después la NBA es una gran competición, líder mundial en marketing y algo menos en espectáculo deportivo, pero vendiendo “su” producto como si fuera
“lo más de lo más”, que en algunos aspectos lo es aunque con muchos detalles cuestionables que por el momento no vienen al caso.
Hace tres décadas el basket nacional estaba en pleno paleolítico:
los clubs enfrentados entre ellos, o más bien los “dos grandes” cada
uno por su lado y los demás
intentando recoger las migajas. La Federación daba bandazos y la
Internacional vivía al amparo de un gestor absoluto que ni hacia ni
dejaba hacer.
¿Ha cambiado algo?
Si miramos el vaso por el lado positivo, o sea medio lleno, es evidente que todo ha mejorado. La Liga ACB se ha asentado como de las mejores; la Federación
tanto de lo mismo y la FIBA ya debe discutir las decisiones sin imponer su único criterio como incuestionable.
Además la EuroLeague, que se formó como escisión de la misma FIBA, ahora está completamente integrada en el “sistema” y de una forma bastante sólida a
pesar de una gestión cuanto menos discutible, por lo menos en la vertiente deportiva, que es lo que más nos preocupa.
Si miramos el vaso por el lado negativo – medio vacío - nos
damos cuenta que cada uno va por un lado que no coincide ni en las
esquinas con las expectativas de los demás. O sea que ha
mejorado la estructura, la situación, pero no ha cambiado la mentalidad.
La gestión del poder contempla que cada uno se sienta el mejor y el único en posesión de la “solución total”.
De esta manera crecen los ya mencionados “iluminados”, con sus centros de poder, con sus
políticas de conmigo o contra mi y con su escaso interés en darle un enfoque global a las posibles soluciones por el simple motivo que todo lo que no sale de la “mente
iluminada” no tiene interés.
Y en este juego de las “cuatro esquinas”, los medios informativos en lugar de ofrecer una visión ponderada de la cuestión e intentar enfocar cuáles son los problemas reales
y, como se hacia antes, intentar ofrecer algunos apuntes sobre eventuales soluciones, se dedican a alinearse, a buscar la “mierda” del oponente y enchufar el ventilador para que
se esparza mejor dejando a la opinión pública una imagen irreal de lo que es este deporte.
Vamos desde el que pone fecha de caducidad a las ligas nacionales, sin ofrecer ningún argumento convincente del porqué, hasta el que vive en una realidad
virtual en la que solamente existe un equipo y todo lo
demás no llega ni a accesorio pero, eso sí, con una capacidad de
persuasión capaz de convencer hasta a los zombies o a los que ya
sabemos.
Y terminamos por los que tienen un buen producto entre manos pero, al contrario que la NBA, no son capaces de “vender ni una mandarina” y los que - ¡ya es
la última! - sacan del baúl de los recuerdos una competición de selecciones a jugarse en pleno invierno entre partidos de ligas y euroligas – copiando descaradamente del fútbol -
como si fuera la panacea a todos los males.
Ya vivimos con ansiedad el momento de presenciar un Azerbaijan-España en pleno mes de febrero acaparando el interés general del país, a pesar de que faltarán todos los
mejores que están en la NBA y más de uno de los de aquí que ya encontrarán la escusa para no participar.
¡No entienden absolutamente nada!
Suponemos que los inútiles políticos, con sus gestiones “clarividentes” que han destrozado muchos países y muchas personas – sobre todo - han servido de fuente de
inspiración.
¡Así nos va a ir!
La fecha de caducidad la vamos a poner entre todos por inútiles e incapaces, en un clímax que favorece el “lucro” de unos pocos y la indigencia de la
mayoría, situación que ya está proliferando pero que todavía se podría controlar con un mínimo de sentido común.
Nos preguntamos de forma reiterada si hay interés generalpara salir de este “impasse”.
La primera voz que se debería escuchar es la de los clubs,
y no sólo de los “poderosos”. El baloncesto nacional e internacional,
por mucho que digan y se
esfuercen las distintas federaciones, depende de los clubs: de su
trabajo de base y de élite, de su esfuerzo diario, de aportar mucho y
exigir relativamente poco.
La “voz” de los clubs debería marcar el
inicio de una nueva época, pero debería ser una “voz” libre de intereses
particulares y de vínculos interesados con los estamentos
federativos.
De no ser así, acabaría como la “revolución líbica de la ACB” que de tantos cambios no ha cambiado nada en su estructura de forja de ideas - ¡ni una! -y de
fomentar un cambio que únicamente se nota en la facilidad con la que se “sopla” al exterior las miserias internas, como si ello fuera determinante en las mejoras.
El enfoque de un “nuevo baloncesto” debería recuperar el espíritu deportivo de antaño,
un espíritu que en la base formativa existe pero que en la élite se
pierde por el camino de los “egos” particulares y de la ineficacia
de quienes tendrían que dar un paso adelante de una manera seria,
coherente y factible.
Nos gustaría que algún día todos estos que van por ahí
voceando estar en posesión de la mejor solución se sienten en la misma
mesa – que evidentemente no debe ser la que ofrecen los “media”
- y consensuaran unas políticas deportivas comunes de expansión que beneficiara a todo el colectivo.
El “único problema” es que con los elementos
en circulación que piensan únicamente en el propio beneficio a base de
restricciones ajenas, resulta prácticamente imposible
que se consiga. ¡Ojala nos equivocáramos!
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