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Opinión
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Columna por Paco Torres
Para empezar, intervencionismo
Imaginemos que la ACB fuera –es un ejemplo, que nadie vaya a pensar cosas raras– la propietaria del Lucentum y que hubiera vetado el traspaso de Kyle Sigler al Real Madrid para que el club de Florentino Pérez no acaparara buenos jugadores. Sería impensable en un modelo deportivo al que estamos acostumbrados en Europa y que es algo así como tanto tienes, tanto compras. Pues con todas las distancias del mundo, esto es lo que ha pasado en Estados Unidos en el primer día de ‘libertad’ en el mercado de la NBA. No sé si el modelo de libre mercado es mejor que el que rige en la NBA del límite salarial, pero al final –y vuelvo a poner de ejemplo a la ACB que es lo que tenemos más a mano– aquí quien más títulos tienen son el Real Madrid y el Barcelona y en la NBA son los Celtics y los Lakers. ¿Por qué? Porque son los equipos que terminan, de una manera u otra acaparando a los mejores jugadores. Que la NBA quiere que cada año haya un campeón para que los propietarios estén contentos, pues muy bien, pero eso al final no es deporte, es negocio. Mejor dicho: es reparto del negocio.
Dicen los analistas que mejor conocen la NBA que el nuevo convenio, además de recortar drásticamente los ingresos de los jugadores, lo que pretende es impedir que se den casos de acaparamiento de grandes –o de hipotéticos grandes- jugadores como el que llevó la temporada pasada a juntarse en los Heat a LeBron, a Bosh y a Wade. Al final, no les sirvió para nada y ni los acaparares Heat ni los acaparadores Lakers se llevaron el anillo y a ambos les terminaron ganando los inesperados Mavericks. No necesitaron los de Dallas esperar al nuevo convenio para llevarse un anillo. Tampoco creo que el nuevo convenio vaya a ir repartiendo anillos por toda la geografía de Norteamérica. Al tiempo.
Al margen de este intrincado mundo de los supermillonarios de la canasta que diría Obama, que Pau Gasol recalara en los Rockets no creo que le hiciera muy feliz a él, ni desde luego a mí. Por motivos similares, imagino: la imposibilidad de luchar de manera más o menos inmediata por el anillo. Pau ganaría los mismos millones, pero la posibilidad de luchar por el anillo sería remota… y Gigantes prefiere, evidentemente, un Pau festejando en junio la conquista de un anillo o luchando al menos por conseguirlo. Que Pau no haya sido traspasado el jueves no quiere decir que no pueda serlo, incluso mientras este ejemplar se está imprimiendo. Y si se quedara, ¿cómo puede afectarle el hecho de saber que te han ‘traspasado’, aunque finalmente la operación no pudiera llevarse a cabo? ¿Se entra igual en el vestuario después de un hecho así? De aquí en adelante vamos a vivir unos días de locura con operaciones que pueden poner patas arriba la NBA que conocemos, esa NBA tan perfecta en algunas cosas y tan desastrada en otras. ¿Cómo pueden entenderse si no que Rudy no pudiera viajar para firmar por Dallas al no tener preparado el equipo el visado? Nos esperan días inquietos hasta saber dónde jugará Marc Gasol y qué sucederá finalmente con Pau. Calderón tampoco está exento de posibles cambios, aunque en su caso no puede ir a peor deportivamente.
La NBA está en estado de ebullición. Durante los meses del cierre no han existido contactos, pero sí han tenido los directores técnicos y también propietarios mucho tiempo para elucubrar qué cambalaches podían hacerse con unos atribulados jugadores que además de no ser dueños de su futuro, como antes, encima van a ganar menos dinero.
FUENTE. WEB REVISTA GIGANTES
Dicen los analistas que mejor conocen la NBA que el nuevo convenio, además de recortar drásticamente los ingresos de los jugadores, lo que pretende es impedir que se den casos de acaparamiento de grandes –o de hipotéticos grandes- jugadores como el que llevó la temporada pasada a juntarse en los Heat a LeBron, a Bosh y a Wade. Al final, no les sirvió para nada y ni los acaparares Heat ni los acaparadores Lakers se llevaron el anillo y a ambos les terminaron ganando los inesperados Mavericks. No necesitaron los de Dallas esperar al nuevo convenio para llevarse un anillo. Tampoco creo que el nuevo convenio vaya a ir repartiendo anillos por toda la geografía de Norteamérica. Al tiempo.
Al margen de este intrincado mundo de los supermillonarios de la canasta que diría Obama, que Pau Gasol recalara en los Rockets no creo que le hiciera muy feliz a él, ni desde luego a mí. Por motivos similares, imagino: la imposibilidad de luchar de manera más o menos inmediata por el anillo. Pau ganaría los mismos millones, pero la posibilidad de luchar por el anillo sería remota… y Gigantes prefiere, evidentemente, un Pau festejando en junio la conquista de un anillo o luchando al menos por conseguirlo. Que Pau no haya sido traspasado el jueves no quiere decir que no pueda serlo, incluso mientras este ejemplar se está imprimiendo. Y si se quedara, ¿cómo puede afectarle el hecho de saber que te han ‘traspasado’, aunque finalmente la operación no pudiera llevarse a cabo? ¿Se entra igual en el vestuario después de un hecho así? De aquí en adelante vamos a vivir unos días de locura con operaciones que pueden poner patas arriba la NBA que conocemos, esa NBA tan perfecta en algunas cosas y tan desastrada en otras. ¿Cómo pueden entenderse si no que Rudy no pudiera viajar para firmar por Dallas al no tener preparado el equipo el visado? Nos esperan días inquietos hasta saber dónde jugará Marc Gasol y qué sucederá finalmente con Pau. Calderón tampoco está exento de posibles cambios, aunque en su caso no puede ir a peor deportivamente.
La NBA está en estado de ebullición. Durante los meses del cierre no han existido contactos, pero sí han tenido los directores técnicos y también propietarios mucho tiempo para elucubrar qué cambalaches podían hacerse con unos atribulados jugadores que además de no ser dueños de su futuro, como antes, encima van a ganar menos dinero.
FUENTE. WEB REVISTA GIGANTES
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