Sobre faltas, árbitros y entrenadores.
Por: Trifón Poch
El
pasado domingo fui a ver un partido de cadete femenino. En el descanso,
al pasar los árbitros por mi lado camino del vestuario, se pararon un
minuto a saludarme. “¿Qué, cómo vais?, les pregunté. Hombre, me
contestaron, está siendo un partido duro, hay muchas faltas. Si lo
pitáramos todo, nos quedamos solos. No es fácil controlar el partido.
Tenemos que ir regulando…”.
Enlazo esta situación con algunos comentarios que surgieron durante la comida después de la sesión de trabajo que tuve con los árbitros de la Liga Endesa en su stage de pretemporada en el CAR de Sant Cugat: “No todos los partidos son iguales. Hay veces que pitando pocas faltas ya controlas el partido. Sin embargo en otros hay que pitar muchas más y aun así cuesta controlarlos”.
Por un lado, Estoy de acuerdo en que no todos los partidos son iguales. Los hay que empiezan mucho más duros y que normalmente acaban siendo complicados de jugar y de pitar. Sin embargo creo que todas las faltas son iguales, se produzcan en el partido que se produzcan, en uno menos duro o en otro con mucho más contacto. Y hay que pitarlas todas. Entrar en una dinámica en la que se intenta seleccionar las faltas que se pitan y las que no, creo que no es correcto. Es una distracción para la concentración del árbitro y seguro que va a cometer sin quererlo alguna injusticia.
Yo les dije a los árbitros del partido cadete que tenían que pitar desde el principio y que así quedaba claro para los equipos el territorio en el que podían moverse.
No entiendo que sean los árbitros los que tienen que regular el caudal de faltas pitadas. Los árbitros tienen que pitar lo que ven, lo que sucede en la pista. Ya es bastante complicado así. Son los jugadores y los entrenadores los que deben regular los contactos y las faltas. Si se empieza demasiado duro y los equipos se cargan de faltas, pues habrá que hacer rotaciones, meter menos manos, defender mejor, empujar menos, hacer más ayudas, cambiar a zona o cambiar el estilo de agresividad (se puede defender con mucha agresividad sin hacer faltas constantes). No deben ser los árbitros los que decidan pitar unas faltas y otras no, para “hacer habitable el partido”, mientras los jugadores siguen repartiendo leña a diestro y siniestro.
No puede ser que sea verdad cuando algunos dicen: ” Si haces 20 faltas te pitan 20, pero si haces 60 no te pitan 60″. Con este pensamiento se defiende un estilo de juego basado en la agresividad excesiva o en la superioridad física y en la superioridad de banquillo de un equipo respecto a su rival. “No nos importa hacer muchas faltas porque sabemos que no las pitarán todas y además tenemos jugadores en el banquillo para hacer cambios sin bajar el nivel de juego y de intensidad y así ganar a nuestro rival por ahogo físico”. En medio del debate sobre el cambio de estilo que necesita el baloncesto para ser más ofensivo, ya basta con que te ganen porque son mejores jugando a baloncesto, porque tienen más talento y más posibilidad de hacer rotaciones, pero no porque además puedan “pegar” más sabiendo que no van a recibir sanción por ello.
Otra cosa que no entiendo es que se culpe a los árbitros cuando se pitan muchas faltas en un partido. Deberían tener responsabilidad si se inventaran las faltas que pitan. Pero no creo que sea así. Si en un partido se pitan muchas faltas es porque los jugadores se están dando a base de bien. La responsabilidad de las faltas es de los que las cometen no de los que las sancionan.
Tampoco entiendo que se consienta ningún tipo de presión por parte de los equipos hacia el arbitraje, ni que una de esas presiones pueda venir marcada por “necesidades televisivas”. Si se pitan muchas faltas, hay muchas interrupciones y la transmisión del partido pierde interés, baja la audiencia. Otra vez se insinúa que la responsabilidad de que se piten muchas faltas es de los árbitros o, algo peor, que éstos tienen la potestad para no pitar tanto con el objetivo de mejorar el producto televisivo. Peligroso territorio, ¿no?
Finalmente es importante que se mantenga el criterio. Ese criterio debe definirse entre árbitros y entrenadores antes del inicio de la competición y tiene que ser controlado por los responsables del departamento arbitral. Hay que pitar lo que sucede en la pista y no puede haber partidos en los que se pita mucho y otros en los que se pita poco. Unos en los que al mínimo contacto ya se pita falta y otros en los que las manos dominan cualquier desplazamiento del ataque y no pasa nada.
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