Pau Gasol, crónica de un traspaso anunciado
El 1 de febrero de 2008, el baloncesto español vivió uno de sus
grandes acontecimientos. Una fecha que quedará en la memoria colectiva
de los aficionados al balón naranja en nuestro país, como el triunfo el 3
de septiembre de 2006 en el Mundial de Japón, o aquella victoria en
1982 sobre Estados Unidos en el Mundial de Colombia. En lo malo, el 3 de
diciembre de 1989, quedó grabado a fuego en toda una generación de
españoles: ese día falleció Fernando Martín, el primer gran valiente del
baloncesto español.
Y es que el primer día del segundo mes de 2008, Pau Gasol era
traspasado a Los Angeles Lakers, probablemente uno de los equipos más
conocidos a nivel mundial en cualquier disciplina deportiva. Aquel
desgarbado chico de Sant Boi de Llobregat que en el año 1999 no era
decisivo en la selección española que fue Campeona del Mundo Junior en
Lisboa, se acercaba a la cima de su carrera. Atrás quedaban seis
temporadas y media en los Grizzlies de Memphis en las que el mayor de
los Gasol llevó a la franquicia a los primeros play offs de su
historia, convirtiéndose en un auténtico referente en el estado
de Tennessee, si bien sus últimos partidos en Memphis no fueron los
mejores de su carrera. Pero Pau llegaba a Los Angeles, el sitio perfecto
para relanzar una ya exitosa carrera.
Llegaba a unos Lakers que ya volvían a ser uno de los mejores equipos
del Oeste, pero que con el español añadiéndose a los Kobe Bryant, Lamar
Odom, o un todavía joven Andrew Bynum se convertían, automáticamente,
en serios candidatos a cualquier cosa en el corto y medio plazo. La
polémica por aquel traspaso, aún hoy colea en la NBA. Muchos opinan, no
sin razón, que los Lakers fueron terriblemente reforzados a costa de
unos Memphis Grizzlies que, bien es cierto, hoy día podrán presumir de
haber conseguido a Marc Gasol en aquella operación.
Tres finales consecutivas
Y tan candidatos que fueron. Las tres primeras campañas de
Pau Gasol en el equipo oro y púrpura concluyeron con los
angelinos en la final de la NBA. Pau Gasol seguía rompiendo
metas, y se convertía a las pocas semanas de ponerse a las órdenes de
Phil Jackson en el primer español en jugar unas finales de NBA, ni más
ni menos que contra los Boston Celtics, en una de las rivalidades más
relatadas del mundo del deporte. Cierto es que la fiesta para el catalán
no fue completa, y los verdes se llevaron el anillo en un
sexto partido donde barrieron literalmente a los Lakers por un
humillante 131-92.
Así las cosas, los primeros meses de Pau en California resultaron
agridulces. Pero poco tardó en recuperar la sonrisa. En la temporada
siguiente 2008-09, Gasol se proclamaba por primera vez campeón de la
NBA, como miembro clave del famoso triángulo ofensivo de Phil
Jackson ante los Orlando Magic. Dicha hazaña se repetiría un año más
tarde en una venganza de siete partidos ante los Celtics de Boston. El
16 de los Lakers ya era un jugador para la historia de nuestro deporte,
si es que no se había convertido ya antes en ello.
Así que al comenzar la temporada 2010-11 no cabía duda de que Pau
Gasol formaba parte del mejor equipo del mundo, pese a que asistíamos
por aquel entonces a los albores de los denominados Beach boys
de Miami que, con LeBron James, Dwayne Wade y Chris Bosh en el mismo
equipo, amenazaban con asaltar dicho trono. Nadie, o casi,
contaba con un invitado sorpresa llamado Dallas Mavericks que barrió,
como dicen en Estados Unidos, a los Lakers y dio la sorpresa al
derrotar a los Heat en la final, en lo que supuso la consagración
definitiva de otro de los grandes del viejo continente, el teutón Dirk
Nowitzki.
Y llegó la tempestad
La inesperada derrota por 4-0 ante los texanos en los playoffs
desencadenó un vendaval en la franquicia del Staples Center. Más aún,
tras la retirada de Phil Jackson de los banquillos. La paciencia no fue
ni mucho menos algo de lo que hicieran gala los angelinos tras su
fracaso, y la postemporada no pudo ser más convulsa. Con Kobe Bryant
intocable, era necesario limpiar todo lo que oliera a tiempos pasados en
la Avenida Figueroa. Así, y con objeto de juntar un Big three
al estilo del de Miami Heat, los Lakers trataron a toda costa de
unir a su megaestrella a otros dos pilares, Chris Paul y Dwight Howard.
Y claro, Pau Gasol estaba en el centro de todas las miradas,
junto a Lamar Odom. Tanto, que en una eterna noche nada más concluir el lockout,
el internacional español fue virtualmente jugador de los Houston
Rockets, aunque finalmente, ante las quejas de varias franquicias que
veían a los Lakers muy reforzados con Chris Paul, la NBA intervino y
detuvo el traspaso en una decisión nada habitual. Pau fue a entrenar
como si nada hubiera ocurrido, pero Odom forzó el traspaso hacia Dallas
Mavericks, a cambio de apenas nada. La fractura moral ya estaba
hecha, los Lakers campeones, desmoronados, y Gasol ya era consciente de
que su etapa angelina entraba en la recta final.
Sin embargo, y pese a que pudo ser traspasado en varios momentos de
la vigente campaña, el ala pívot español sigue siendo a día de hoy
jugador de los Lakers, algo que ya no pueden decir otros damnificados
del 4-0 ante Dallas, como el propio Odom, o los veteranos Fisher o
Walton, emblemas angelinos, muy especialmente el primero, en los últimos
años.
Tras la reciente eliminación ante los Oklahoma City Thunder (4-1), y
muy especialmente tras un error de Pau que resultó a la postre decisivo
para el triunfo de los Thunder en Los Angeles en el cuarto partido de la
serie, lo que sentenció definitivamente la temporada angelina, las
voces críticas sobre el de Sant Boi han vuelto a dispararse.
Pese a que Gasol, con su habitual señorío, sigue sin decir una palabra
más alta que otra, es un secreto a voces que los Lakers van a tratar a
toda costa de traspasar al español antes del comienzo de la próxima
temporada. El verano va a ser largo, no cabe duda, pero lo único que
cabe pensar es que el destino de Pau, ya con 32 años, sea lo más
atractivo posible, y pueda volver a la pugna por el anillo de campeón de
la NBA para poner el colofón a una carrera para el recuerdo.
Sencillamente, el mejor jugador español de la historia merece un epílogo
para recordar.
Suerte, Pau.